Monday, April 9, 2012

demasiado amor por las calles
demasiado amor vos a mí por las calles
allá afuera si me acompañabas
para mí era llegar del espacio
desnuda y entre semáforos.

bip bip
que si no fuera
por todos los recursos y recursitos del lenguaje
por la "y", por los "entonces", por todas las cosas que puedo hacer concortar (cuando hablo)
estaría callada o me sentiría igual que frente a las nuevas poesías
que pasan por otro lado
un lado al que yo no accedo.
no mis tetas no limones no ácida no amarilla no mitad de lo redondo
cuando era chica ya me equivocaba pensándome en los futuros.
quizá me enloquezco en un sillón quizá tocame la nuca quizá me acomodo en tu hombro quizá ya sobre tus piernas seguro ya más cerca del sexo.
desatender gatos bebitos
echarlos de la cama
hace frío para que estén afuera
me tapo hasta la cabeza

la piba témpano
Julien se cambió el nombre, yo lo buscaba como de neptuno pero ahora es otoñal
y copado
bailamos el sábado en la misma fiesta ! :)
la profesora que se queja de la mugre porque vamos a la estatal pero esto ya no puede ser y también se queja de mentira por su pantalón blanco, el que más le gusta, el que considera más prolijo. a la profesora le gusta la poesía, lo dice y la recita, hoy llevó dos que me sé de memoria, la sonatina y los hongos de marosa, así que a ella le gusta la poesía y de seguro los hongos aunque se queje de la mugre. el problema es la mugre académica, son esas rayas que dividen las versos en sílabas, son esas tildes gigantes que le pone a las tónicas y son esas palabras que terminan en -ción y no significan nada bello ni placentero como si repitiera de memoria LA PRIN CE SAES TA TRIS TE, mientras salto la soga y entre término y término quisiera ahorcarme. la profesora blanca come tictac buen aliento, la profesora pelo lacio la profesora hermosa mala medio frígida hoy tomó agua del pico de mi botella (yo le aclaré: no es mineral, es de la canilla) y justo hoy que ando con una tos bárbara.
mientras caminaba iba deseando que apareciera alguien y pasé una plaza, dos, tres plazas y el deseo se volvió esa cosa que me hace pensar: menos mal que no tengo ni 25 centavos para llamar por teléfono, porque lo haría.